La historia de la ironhead

 Siempre se puede retroceder indefinidamente hasta el punto en el que alguna historia parecía empezar de verdad. A veces es sólo tu memoria aferrándose a sí misma una vez que se pone en marcha. He decidido empezar en algún punto intermedio, justo donde se podía ver claramente desde donde estamos ahora, aunque no así en el momento en que sucedía. 


 Me aficioné a las motos de una forma un tanto natural, sin dramatismos. No recuerdo una especie de momento eureka en el que me diera cuenta de que "eso es, eso es lo que quiero". El interés creció lentamente, como algo visualmente atractivo que veía en fotos más que nada, ya que no tuve acceso a una hasta que pude permitírmela algunos años más tarde. Poco a poco llegué a un punto en el que las motos se convirtieron en un interés muy fuerte para mí, y me proporcionaron un camino para salir de la ciudad y del ambiente que me rodeaba y que sentía tan sofocante; la vida cotidiana que mata todo entusiasmo, lo de 'odio los lunes y disfruto bebiendo los fines de semana pero no tengo ningún otro interés'.

 Conseguí terminar la ikastola en Donosti sin que me estallara la cabeza y me escapé a Alemania para aprender mecatrónica de automoción en Mercedes, donde pasé tres años como aprendiz. Quería aprender cómo funcionaban estas máquinas, y tener la oportunidad de hacerlo en un fabricante de coches muy reputado era algo grande. Lo mejor de todo era que pude pasar las tardes en Dr Mechanik, un reputado taller de personalización de motocicletas situado en la misma ciudad. Recuerdo que llamé a la puerta de Max y le pregunté si podía ayudar en su taller y aprender sobre su oficio fuera del horario de trabajo. No dudó en enseñarme el taller de inmediato, y eso me llevó a pasar mucho rato en ese templo suyo de ahí en adelante. Había motos y coches que sólo había en Internet, los proyectos más chulos y extraños que jamás había visto: Pontiacs, DeTomassos, Harleys, todo cuanto la vista alcanzaba a ver sorprendía de una u otra manera.

Empecé a trabajar en la Harley en el verano de 2022, cuando la felicidad flota en el aire berlinés y una camiseta es la indumentaria más adecuada para todos los días. Primero puse la moto en marcha, no sin dificultades, ya que el último que la tocó se hizo un lío con el encendido y creó un misterio que tardé unos cuantos días en resolver. Supongo que esa fue la razón por la que se quedó parada con no muchos kilómetros. Pero una vez ronroneando, llegó el momento de desmontarla por completo.

Llevé el cuadro y el basculante a pintura en polvo, y empecé a reconstruir las ruedas y la horquilla. Las llantas traseras originales de 16 pulgadas y las delanteras de 19 se sustituyeron por unas traseras de 19 pulgadas y unas delanteras de 21 que volví a montar con radios cromados, siguiendo la idea de mantener la moto delgada. Afeité las horquillas - eliminando el feo reflector de fundición que tenían originalmente - y las pulí completamente. Reconstruir el chasis rodante me llevó algún tiempo, y luego vino el motor. Había trabajado con motores antes, pero esta era la primera vez que reconstruía uno por mi cuenta. Me sorprendió positivamente que la moto todavía tenía el primer juego de pistones y no demasiado desgaste, lo que indicaba que el bajo kilometraje en el odómetro era correcto. Conseguí pistones nuevos (los originales que tenía Bernhard; como ya he dicho, me ayudó muchísimo con la búsqueda de piezas, fueran las que fueran), segmentos, válvulas y llevé los cilindros y las culatas a afilar y rectificar los asientos de las válvulas a un taller mecánico de la vieja escuela en las afueras de la ciudad.

Me tomé mi tiempo para reconstruir el motor, releer el manual y comprobar todo dos veces, y pulir todas las cubiertas de aluminio. Ahora en Craftwerk nos reímos de ello, porque durante un tiempo pulir piezas era lo único que hacía con mi vida. La práctica se conoce ahora localmente como "Paulieren”, del alemán polieren. Luego, poco a poco, vino todo lo demás: el depósito de cacahuete, el manillar, todas las piezas inoxidables (escape, puntales del guardabarros, muchos soportes...). Era la primera vez que hacía muchas de estas cosas, y hubo muchos intentos para casi todo. Soldar el escape fue lo que más tiempo me llevó, ya que incluso tuve que aprender a soldar para empezar. Las piezas que hice fueron cada vez mas, y la maquina empezó a cobrar vida, lento pero seguro.


El maestro examinando el trabajo.

Parked at the Custom Award, an incredible event organized by Craftwerk Berlin.


Incluso llegué a construir mi primera moto allí, una XS650 cafe racer. Todo lo que le hice a esa moto, todo lo que sé sobre motos y todo lo que aprendí sobre cómo hacer las cosas, se lo debo a Max y a Micha (el electricista del taller, un mago del oficio, que en paz descanse). Aprendí un montón durante ese tiempo, no sólo sobre la construcción de máquinas, sino también sobre carácter, sobre hacer lo que toca y llevar las cosas aún más lejos cada vez, sobre hacer frente a lo que hay que hacer frente y no renunciar, porque una vez que lo haces, se convierte en una opción. Aquellos años en el taller siguen siendo una de las experiencias más humildes y enriquecedoras que he vivido. Soy muy consciente de que gracias a lo que aprendía de ellos, las cosas van mejor ahora y seguirán yendo mejor en el futuro, y siempre estaré agradecido por ello.


Un par de años más tarde, estaba estudiando diseño industrial en Berlín cuando el deseo de construir otra moto empezó a apoderarse de mi mente. Esta vez tenía algo más de dinero y quería ir más allá. Por aquel entonces encontré una moto interesante en venta. Llamé al tipo y una voz muy tranquila y amable contestó al otro lado. “Sabes, deberías tener algo de experiencia con las llaves inglesas antes de trastear con estas motos antiguas... pero son grandes máquinas, buenas para trabajar y muy divertidas... También tengo un manual de taller que podría ayudarte”. Era Bernhard de Herzbube Motorcycles, el gurú local de las chopper. La moto era una gran base para lo que tenía en mente, no se había jugado con ella, estaba recién importada de los EE.UU. y en general en muy buen estado por un precio más que aceptable. Una Harley Davidson Ironhead del 1977 con arranque eléctrico. Bernhard me ha ayudado un montón con su conocimiento de las Harleys viejas y con toda clase de piezas de repuesto, algo no siempre disponible en internet, Estoy seguro de que la construcción me habría tomado por lo menos 6 meses más sin su conocimiento y ayuda, y definitivamente el resultado no habría sido ni la mitad de bueno. Es el padrino de esta máquina.

Tuve aún más suerte cuando se trataba del lugar donde trabajaría en la moto: Craftwerk Berlín. El paraíso de las motos en el edificio antiguo más encantador de la zona este de la ciudad. Es difícil de explicar y, por muchas fotos que puedas ver, este lugar es realmente especial. El increíble trabajo que supuso la construcción de este garaje comunitario sólo se puede sentir estando allí mismo. El ambiente refleja los sueños de todo constructor de motos y manitas, es como si le hubieran robado a uno la idea de cómo sería el paraíso terrenal de los talleres, junto con una preciosa sala de exposiciones, una cantina y la gente más increíble que puedas imaginar -tanto el equipo de Craftwerk como los socios-, todos dispuestos a ayudarse mutuamente y a celebrar nuestros pequeños logros.

The biggest part of the rebuilding was done by december 2022.

El intenso sprint tuvo lugar durante las últimas semanas antes del Custom Award, el premio anual de motos personalizadas que Craftwerk celebra en casa. Las máquinas construidas durante el frío invierno por constructores de amateur y expertos se muestran allí en primavera y son juzgadas por un jurado, este año compuesto por Axel Budde (KAFFEEMASCHINE - ride unfiltered - Unique café racers (kaffee-maschine.net)), Jens vom Brauck (JvB motorcycle design (jvb-moto.com)) y Alexandra Lier (alexandralier.comALEXANDRA LIER).


Me volví loco intentando llegar lo más lejos posible para la exposición, y seguía trabajando en la moto sobre las 5 de la mañana del mismo día. No conseguí terminarla del todo: no había sistema eléctrico, el freno trasero no estaba conectado... Y entonces ocurrió. Sin saber qué esperar y qué pueden pensar los demás de las cosas que hago, la pequeña Ironhead consiguió el 1er puesto con un público que la aclamaba (Jamie, eres el mejor) y yo que no me lo podía creer. No voy a mentir, fue un día espectacular para mí. Te hace realmente feliz hacer grandes cosas que te importan y ser capaz de compartirlo con la gente de tal manera. Es algo muy significativo y una poderosa fuerza motivadora.

Los meses siguientes los pasé terminando y llevando la moto al lugar que quería en mi mente. Eso que aprendí de Max, ya sabes, subirlo a 11 cuando toca, da igual si ha habido premio o no... Trabajé en los detalles y le di el depósito y el guardabarros a Sven de HotRodPaintShop (https://www.facebook.com/Hotrodpaintshop) para que los pintara como yo nunca pude y sólo él puede, y qué gran trabajo hizo. Luego Patricia (Site At Work - PATRICIA SEVILLA CIORDIA (pscfoto.net)) hizo su magia: la hermosa fotografía que ves aquí.

Me he dado cuenta de lo increíblemente importante que es la comunidad -no importa a qué te dediques-, de cuántas maneras diferentes podemos ayudarnos los unos a los otros, y de que todo esto no habría sido posible sin cada una de las personas que he mencionado y muchas más que no, cada una apoyando a su manera, ya sea echando una mano, con conocimientos, motivación, compañía, y sobre todo: pasándonoslo de puta madre.... Sin duda ha sido una bonita experiencia, y una gran razón para seguir recorriendo el camino, porque esta no es la última moto que voy a construir....



Finalmente

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